Lidiar hoy en día con las conductas de nuestros hijos en tiempos de cuarentena; nos pone a prueba también el manejo y control de nuestras propias emociones como padres para intervenir y controlar la conducta o conflicto de nuestros hijos; Algunas veces realizamos el afronte (padre-hijo) con igual carga de energía elevada y esto no nos conduce a un buen término, ni es recomendable, más bien origina un conflicto mayor, porque atendemos solo el momento del conflicto o conducta del niño, mas no la motivación que conllevó al conflicto. Actualmente, las neurociencias nos permite conocer más sobre el desarrollo cerebral, educación emocional, disciplina positiva, así como uso de herramientas y estrategias de abordaje preventivo; por lo que se sugiere aplicar las siguientes técnicas y procedimientos para abordar el conflicto: primero; aceptar la conducta de nuestro hijo, ser tolerante, luego; analizar el ¿por qué se está generando dicha conducta?, para actuar sobre la emoción y luego la conducta misma, acto seguido; abrazar a nuestro hijo en gesto de empatía y buena conexión, evitar la crítica, decirle con voz baja y mirándolo a la altura de su rostro: “Hijo, estas muy nervioso”,…te noto muy enfadado”; esta actitud paternal-vincular-afectivo, hará que llegue más fácil a su cerebro racional, actuará mejor en tal situación y regulará mejor sus emociones. Seguidamente; acompañarle aunque estemos incómodos en ese momento ante el conflicto del niño, permitámoslo que exprese sus emociones, sin restricciones, estos durará entre 3 a 5 minutos aprox. Decirle: “Hijo, entiendo que estás enfadado”, “yo también estaría enfadado como tú”, tratar de limitar su conducta con pautas claras, ayudarle a encontrar alternativas para gestionar progresivamente dicha emoción, negociar; esto no es ceder ni perder autoridad, es mostrarle respeto. Estos pasos para gestionar emociones son muy importantes, sin embargo; hay situaciones de conflicto mayor con impulsividad física o riesgos de salud del niño que amerita retirarlo inmediatamente de la escena del conflicto o riesgo de su salud; finalmente, aprender de estas situaciones para conversar, opinar y evaluar con nuestro hijo la actuación, si fue adecuada o podemos mejorarla; asimismo, debemos mostrar respeto, protección y no perder la paciencia, esto constituirá un aprendizaje para el niño porque podrá gestionar en adelante sus emociones, autocontrol y de los demás. Estas acciones educativas (preventivo-promocionales) son importantes porque todos tenemos necesidades de aceptación (ser queridos, amados, aceptados) y de pertenencia (formamos parte de una familia, sociedad, etc.), limitar al niño estas necesidades conlleva a que se forme ideas, creencias, sentimientos y pensamientos erróneos; que más adelante vamos a encontrar lo llamados niños emperadores, demandantes, hiperactivos, impulsivos, sumisos-dependientes, etc. los cuales necesitarán intervención terapéutica especializadas de salud mental.
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